Dopamina ¿hormona de la felicidad o argumento para la confrontación? Estreno 3 de Diciembre


Dopamina ¿hormona de la felicidad o argumento para la confrontación?

 

  • Dopamina según la ciencia: Sustancia producida por el cuerpo y conocida por ser la ‘hormona de la felicidad’. Neurotransmisor liberado por el hipotálamo que influye directamente en el comportamiento, la actividad motora y la motivación. El Parkinson afecta su producción en el cuerpo humano.
  • Dopamina según la directora: “Hormona que deja de producir el cuerpo por el Parkinson, la enfermedad que tiene mi padre y que, para mí, se convirtió en un catalizador de preguntas y reflexiones sobre mi vida, expuesta en un trabajo creativo que me permitió establecer puentes entre mis padres y mi vida”.

La directora caleña Natalia Imery Almario estrena este jueves 3 de diciembre en salas de cine, Dopamina, su primer largometraje documental, en el que durante 86 minutos volca, expone y revisa su vida, a través de conversaciones con su círculo más cercano. Diálogos honestos, pero no por eso fáciles, que generan identidad con el espectador.

 

En lo que podría llamarse un relevo generacional, la directora muestra su lucha y la de sus padres por las causas en las que se creen firmemente. Mientras durante su juventud ellos hicieron parte de grupos políticos de izquierda en búsqueda de una sociedad más equitativa, ella lo hace ahora desde las preguntas sobre la identidad sexual y de género, llenas también de violencia física y simbólica.

Esta también es una película sobre la familia y el amor que los blinda ante los avatares de la vejez y con ella enfermedades tan difíciles como el Parkinson, sobre el respeto a las decisiones personales y sobre las diferencias generacionales que solo pueden superarse a través del diálogo respetuoso, donde el entender tiene más valor que el imponer, como lo explica la directora:

“Cuando le conté a mis padres que me gustaban las mujeres, algo cambió radicalmente, fui comprendiendo con el tiempo la responsabilidad de esa decisión, en una sociedad que no está del todo lista para albergar nuevas búsquedas de identidad, decisiones sexuales y amorosas diferentes. Las preguntas que mis padres se hicieron por mi decisión han sido infinitas y los han cuestionado desde muchos lugares. Surgió entonces dentro de mí, un interés profundo en entender los cambios de paradigmas ideológicos y culturales que había entre la generación de mis padres y la mía. Dopamina contiene el alma del proceso interior que hemos vivido”.

Sobre esta película, que nació hace varios años como proyecto de tesis de la escuela de Comunicación Social de Univalle, asesorada por Oscar Campo Hurtado, programador del cineclub Caligari, en Lugar a dudas, espacio de arte contemporáneo donde por varios años Natalia escribió y proyectó las películas de cine de no ficción, habla su directora:

¿Por qué decidió desnudarse y desnudar a su familia con temas tan íntimos?

Cuando decidimos hacer cine y sobre todo un cine que quiere reflexionar sobre lo social, que intenta cuestionar y generar preguntas sobre el mundo, debemos saber que eso también involucra una responsabilidad y una disposición para cuestionarse a sí misma. Reflexionar sobre mi lugar de enunciación, de dónde vengo, quién soy y desde dónde me paro para mirar el mundo. Creo que hay cosas que una no elige, sino que ellas te eligen a ti. Yo sentía un impulso por contar esta historia, solo tuve que llevarlo a cabo.

 

La directora Natalia Imery y su padre

La relación con sus padres, especialmente con él, es parte fundamental de la película

Un momento muy importante dentro del proceso creativo de la película, fue cuando asistí a las Residencias Walden, junto con la montajista de la película María Alejandra Briganti. La asesoría de Marta Andreú nos ayudó a cuestionarnos el eje central de la película y de esa manera poder develar la estructura narrativa, encontrando que la relación entre mi padre y yo iba a ser lo que movilizaba el relato.

 

La relación entre él y yo en la película es a través de las enseñanzas y cuestionamientos, atravesados y puestos en perspectiva por las situaciones que el Parkinson nos hace vivir. Así como en su juventud luchó en movimientos políticos de izquierda, hoy lo hace hacia el interior de sí mismo, para poder caminar, moverse. Mi madre, por su lado, lucha para aceptar mi decisión de enamorarme de una mujer y a la vez lidia y asume con gran valentía el Parkinson de mi padre.

¿Qué tan difícil fue convencer a sus padres de que aceptaran participar?

Parte de la intención de la película era crear puentes de comunicación entre quienes me rodean, que es un poco lo que hace la dopamina, una neurohormona que hace interconexiones para que el cuerpo se pueda mover y que haya esa sensación de bienestar. Entre nosotros había una serie de situaciones que teníamos que solucionar y nuestro dispositivo para superar esas diferencias generacionales era la conversación. El hecho de que mi hermana Laura Imery, fuera la fotógrafa de la película contribuyó a que la confianza en el proceso de grabación fuera mucho más fuerte.

Durante la preproducción trabajé con mis padres, mi novia y mi amiga, utilizando y adaptando para el género documental, algunas técnicas aprendidas con Carlos Fagua, basadas en Fátima Toledo, preparadora actoral brasilera. Ella trabaja con las emociones, las biografías, los vínculos y el cuerpo físico. A través de esta preparación se atraviesan distintas emociones y de alguna manera el cuerpo y el espíritu están más dispuestos.

¿Qué resultó de ese diálogo entre las dos generaciones?

Tiene muchos puntos de convergencia y otros de distanciamiento, sin embargo, lo que sostiene nuestra relación, es justamente la voluntad de luchar y de buscar todo el tiempo transformar nuestro entorno y dar aportes, aunque sean pequeños, para que esto suceda.

La fuerza para hacer esta película me la dieron mis padres, así como la fuerza para luchar por lo que creo y siento, aunque a veces estas luchas debían darse entre nosotros mismos. La juventud tiene consigo algo de ignorancia, inocencia y capricho, que a veces nos permite realizar cosas que después dudaríamos mucho en hacer. Una de ellas es esa necesidad de explorar y responder preguntas, de seguir más a la intuición que a la razón, que muchas veces pone barreras.

Natalia y su madre

¿Hay películas específicas que se le hayan convertido en referentes?

Películas colombianas como Amazona de Clare Weiskopf y Sol Negro de Laura Huertas Millán, fueron referentes importantes para el proceso creativo de Dopamina. También la película argentina Los Rubios de Albertina Carri, donde cuenta la historia de lo que significa para ella haber crecido sin sus padres, quienes eran militantes de izquierda y fueron asesinados durante la dictadura. En Dopamina conversamos sobre la militancia política de mis padres y la muerte de mi tío William, que fue asesinado por el Ejército y apareció flotando en el Río Cauca, como muchos otros muertos por la guerra.

Estos documentales autobiográficos que menciona son dirigidos por mujeres, como muchos otros recientes. ¿A qué cree que se deba este auge femenino en el género?

El documental es un género complejo y creo que a las mujeres nos gusta la complejidad. A diferencia de la ficción más clásica el documental te enfrenta a la incertidumbre, a cuestionarte constantemente y a ser muy rigurosa con la investigación. Por otro lado, y en sentido completamente opuesto, considero que los grandes presupuestos de producción que son destinados al género de ficción, se los otorgan más fácilmente a los cineastas hombres, lo que es una clara muestra de que aún estamos en un sistema patriarcal, que de manera consciente o no, confía más en procesos encabezados por un hombre que por una mujer.

¿Cree que en Colombia el público está listo para películas como Los Rubios y como Dopamina, con esas dos temáticas fuertes?

Creo que en Colombia todavía nos falta hacer muchas más películas de este tipo. Tenemos que seguir escribiendo nuestras memorias como sociedad y a la vez continuar con procesos de formación de públicos, que se acerquen a otro tipo de contenidos audiovisuales; que podamos cuestionarnos, quiénes somos, de dónde venimos y lo que nos ha pasado.

¿Qué espera que pase con la película?

Que genere conversaciones desde todos los aspectos que toca: cuáles fueron las victorias de la izquierda y cómo se ha ido transformando en el tiempo y poder hablar sobre temas LGBTI dentro del espacio familiar, sentando el precedente de que es posible vivir bajo el amor y el respeto, inclusive cuando hay diferencias de pensamiento. La herencia ideológica y de lucha de mis padres, ha tenido eco en mí, por lo tanto, ellos también son creadores de esta película.

Dopamina es una producción de Contravía Films, en coproducción con Guazú Media, Natalia Imery Almario y Oh My Gómez Films y en Colombia cuenta con la agencia DOC:CO para su promoción y distribución.

Amante de Los Buenos Eventos, apasionado por la Verdad, Activista por los Derechos de los Animales. Instagram

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