“Fausto” de Sin Acto Colectivo estremeció a Bogotá desde el Delia Zapata Olivella


La noche del 26 de marzo, en la antesala del Día Internacional del Teatro, el público bogotano se dejó tocar por una historia contada con el cuerpo, el amor, el movimiento y la imagen. Fausto o la insatisfacción del ser, obra dirigida por Juan Diego Bustos y Alejandro Durán, dejó una estela de emociones en el Teatro Delia Zapata Olivella: no por lo estridente, sino por lo íntimo, por aquello que logra quedarse en la piel después de caer el telón.

 

“El montaje me tomó por completo. Todo mi ser estaba destinado a lo que la obra quería ser a través de nosotros”, comentó Bustos, uno de los codirectores. Y es que Fausto no se limitó a representar: encarnó. Llevó a escena los conflictos humanos del deseo, la insatisfacción y el poder, desde un lenguaje híbrido entre la danza, el teatro y lo audiovisual.

 

La puesta en escena –inspirada en el clásico de Goethe, pero recreada con libertad y mirada contemporánea– convocó a más de 400 asistentes, entre ellos figuras del sector cultural como la ministra de las Culturas, Yannai Kadamani Fonrodona, y Diana Palacio, coordinadora del área de danza del Ministerio. También hicieron presencia colectivos artísticos, estudiantes, maestros y amantes de las artes vivas que, al salir de la función, compartían una misma sensación: la obra los había tocado profundamente.

 

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“Es danza con sentido, texto con cuerpo, ritmo con claridad. Una de las pocas veces en que salgo realmente satisfecho de una obra de danza. Es poderosa, bella y necesaria”, expresó Cristian Villamil, actor y creador escénico.

 

Una estética que rompe el molde

 

El montaje sorprendió por su propuesta estética: proyecciones de video mapping, música en vivo, voces intervenidas, escenas coreográficas que dialogaban con la palabra, y una dramaturgia no lineal que invitó al espectador a armar su propia lectura. Lejos de buscar respuestas cerradas, la obra abrió preguntas. ¿Qué es lo que nunca se sacia? ¿Qué pasa cuando el deseo se convierte en deuda?

 

Para Alejandro Durán, codirector y dramaturgo, la intención fue clara: “Sabíamos que la obra podría generar amor u odio, pero lo importante era provocar. El arte no está para complacer, está para remover”.

 

Y lo removió todo: estructuras, emociones, expectativas.

 

Un equipo joven, una creación profunda

 

El elenco, conformado mayoritariamente por egresados de la Facultad de Artes ASAB, entregó una interpretación intensa, honesta, comprometida. La conexión entre los intérpretes y la escena era visible, pero más aún lo fue la conexión con el público. Hubo momentos en los que el silencio se volvió un personaje más, como si cada imagen proyectada, cada gesto, cada palabra suspendida en el aire, pidiera ser habitada desde adentro.

 

Manuel Gracia, del Grupo Danza en el componente de Investigación-Creación del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, celebró la experiencia como una travesía contundente: “Fue un homenaje al arte que se defiende con uñas y dientes en esta ciudad. Un recordatorio de que el talento colombiano no necesita traducción para conmover”.

 

¿Habrá más funciones?

 

Las redes sociales estallaron con mensajes del público pidiendo una temporada completa. Hasta ahora, Fausto ha tenido solo una función pública, pero su eco sigue vibrando. Es posible que vuelva, que se amplifique, que gire.

 

Por ahora, queda el recuerdo.

 

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Amante de Los Buenos Eventos, apasionado por la Verdad, Activista por los Derechos de los Animales. Instagram

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